Al finalizar la Semana Santa de 1982 asaltaron en Huatabampo tres bancos al mismo tiempo. Los asaltantes, por lo que se observó en aquel entonces, planearon muy bien su acción en tiempo y forma. Considerando que jueves y viernes de la semana anterior no se prestaron servicios bancarios a la gente por el motivo señalado, en consecuencia los caudales a resguardo de las tres instituciones habían aumentado considerablemente por los depósitos de las cervecerías, logrando los asaltantes un botín abundante, ante la sorpresa de la población que no daba crédito a lo ocurrido y ante la reacción valerosa, pero ineficaz, de los cuerpos policíacos municipales y estatales que poco pudieron hacer ante las enormes diferencias en armamento y vehículos en poder de los autores del delito que, para colmo, entraron a los bancos con uniformes militares queriendo dar la imagen de que se trataba de autoridades.
No hubo heridos ni muertos en el ataque; pero fue más por decisión de los delincuentes que por una estrategia bien planeada de las policías judiciales y municipales que les hicieron frente al final del asalto. No había duda que se trataba de una acción estudiada y planeada con tinte profesional.
Ahí nos quedó muy claro que habría de descartarse la sospecha sobre los ladrones locales improvisados o domésticos producto del desempleo o del ocio, y registramos que se daba en el municipio la primera acción del hampa organizada. La precisión, los disfraces, el armamento y los vehículos utilizados para el ilícito no dejaban lugar a dudas. Nos quedaba muy claro también que del lado de las instituciones policiacas no contábamos con el entrenamiento y el equipo necesario para entrarle de frente y con éxito al problema, y salvo las cantidades de dinero birladas a los bancos, nada más grave ocurrió. El hecho, que tiempo después se convirtió en anécdota, dio pie a corridos populares y a que algunos jefes policiacos trataran de adornarse al magnificar sus intervenciones (que no tuvieron) en el evento. De todos modos, por buena voluntad no quedó y el hecho se registró más allá de la anécdota.
No hubo heridos ni muertos en el ataque; pero fue más por decisión de los delincuentes que por una estrategia bien planeada de las policías judiciales y municipales que les hicieron frente al final del asalto. No había duda que se trataba de una acción estudiada y planeada con tinte profesional.
Ahí nos quedó muy claro que habría de descartarse la sospecha sobre los ladrones locales improvisados o domésticos producto del desempleo o del ocio, y registramos que se daba en el municipio la primera acción del hampa organizada. La precisión, los disfraces, el armamento y los vehículos utilizados para el ilícito no dejaban lugar a dudas. Nos quedaba muy claro también que del lado de las instituciones policiacas no contábamos con el entrenamiento y el equipo necesario para entrarle de frente y con éxito al problema, y salvo las cantidades de dinero birladas a los bancos, nada más grave ocurrió. El hecho, que tiempo después se convirtió en anécdota, dio pie a corridos populares y a que algunos jefes policiacos trataran de adornarse al magnificar sus intervenciones (que no tuvieron) en el evento. De todos modos, por buena voluntad no quedó y el hecho se registró más allá de la anécdota.
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